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Descansa tranquila... Eras mi tesorito y mi ojito derecho, pero el cáncer ha tenido que estropearlo todo. Me revienta ver cómo cada día la gente abandona perros y yo que te quería conmigo a mi lado para toda la vida me tengo que aguantar la rabia y las ganas. Eras una perrita espectacular, equilibrada, neutra, pacificadora. Pasaste desapercibida por tu color y tu edad y eso me permitió ganar la lotería contigo. Al resto sólo le quedaba reconocer lo afortunada que yo era por tenerte (es el error de juzgar un libro por sus tapas, que nos perdemos grandes historias). Me reconforta haber hecho todo lo posible por salvar tu vida aunque haya sido en vano. Al menos has tenido una muerte digna, tranquila, y has estado arropada y acompañada en todo momento. Te amaremos siempre, y nunca jamás podremos olvidarte.